En algunas viviendas se produce una vulneración flagrante del derecho a la intimidad y a la seguridad
El Ayuntamiento de Barcelona tenía conocimiento de la proximidad de los inmuebles desde la fase de estudio y redacción del proyecto de urbanización
El Síndic de Greuges está esperando la respuesta del Ayuntamiento de Barcelona a las recomendaciones que le hizo a principios del mes de abril de 2017 respecto a los Jardines de la Rambla de Sants. En concreto, se trata de sugerencias dirigidas a reparar la problemática generada por el proyecto escogido para urbanizar los accesos a la Estación de Sants de Barcelona. El proyecto mencionado, que se inauguró en el mes de agosto de 2016, es un corredor aéreo situado a tan sólo dos metros de algunas viviendas, las cuales han quedado totalmente expuestas y al alcance de los peatones que transitan por dicho corredor.
Frente a las quejas de los vecinos se ha optado por instalar una jardinera con una plantación de buganvillas, que llegará a formar una pantalla vegetal densa que protegerá los balcones más próximos a la nueva rambla. El Síndic desconoce la opinión de las personas afectadas hacia esta solución o cuáles son las medidas que ellos podrían considerar adecuadas y suficientes para garantizar su intimidad, y al mismo tiempo no perder luz y vistas. El Síndic considera, sin embargo, que se requieren actuaciones más intensas por parte de la Administración, e incluso, un nuevo planteamiento del diseño y la ordenación actual de la rambla.
En este sentido, Rafael Ribó critica que ni en la fase de ejecución de las obras ni en la fase de diseño de la rambla, parece que se tuvo en consideración la situación existente para evitar la problemática actual de vulneración y pérdida de la intimidad de las personas y los domicilios.
De momento ha reclamado medidas inmediatas para garantizar la intimidad y seguridad de los vecinos afectados, derecho que en algunas viviendas, como las ubicados en el edificio de la Rambla de Badal 120-122, son vulnerados de manera flagrante. En otros casos, se produce una pérdida de la intimidad de las personas y domicilio, en diferentes grados en función de la distancia entre la rambla y las viviendas.
Desde la inauguración, los vecinos de las calles de Burgos y de Antoni de Capmany iniciaron protestas.